Cuando se tiene una familia numerosa con varios adolescentes, muchos se preguntan: ¿dónde se puede encontrar un remanso de paz para resetear el reloj y recargar las pilas antes de la siguiente avalancha?
Esta yurta Lumière «Anahata», de casi 40 m², es perfecta para este propósito. Instalada en el jardín, a solo 10 metros de la casa principal, ofrece un espacio privado e íntimo, sin perder de vista el resto de la propiedad y sin estar completamente desconectada.

Así, esta yurta se ha convertido en un espacio vital donde uno puede encontrarse a sí mismo, reflexionar sobre los acontecimientos y cultivar la relajación y el rejuvenecimiento. Además de su función como «refugio», el propietario también la utiliza como sala de consultas.

El coaching y las lecturas de cartas del oráculo proporcionan el telón de fondo para toda una serie de reflexiones, llevando a los visitantes a este entorno excepcional con su atmósfera única que propicia la introspección.